LO QUE DE VERDAD ASUSTA A TUS HIJOS
Algunos padres nos preguntan si es normal que sus hijos tengan miedo a la oscuridad, a los ruidos, a las personas extrañas, a caerse y hacerse daño, etc. En la mayoría de los casos, la respuesta es que sí y, además, es completamente necesario.
El miedo es una reacción emocional que nos avisa de la presencia de una amenaza para nuestra integridad física o emocional. Es un sistema de seguridad muy útil que sirve para protegernos, por lo que cumple una función adaptativa para nuestra supervivencia.
Los niños pueden experimentar numerosos miedos a lo largo de su crecimiento. Aquello que temen va cambiando según la edad y su nivel de desarrollo madurativo, es decir, en función de sus capacidades motoras, cognitivas, emocionales y sociales. Esto es especialmente importante ya que les permite ser prudentes ante las nuevas situaciones que van descubriendo y a las que se tienen que enfrentar a medida que van creciendo. Por tanto, tiene sentido que aparezcan ciertos temores en determinadas edades.
Los miedos infantiles que aparecen en el curso del desarrollo se conocen como miedos evolutivos. Aparecen con mayor frecuencia en niños con edades similares, son de intensidad leve y remiten espontáneamente con el tiempo.
Podemos clasificar los miedos que aparecen con más frecuencia según la etapa madurativa:
Durante el primer año de vida: pérdida de la base de apoyo que les sostiene, caídas, ruidos fuertes, movimientos repentinos y objetos que surgen bruscamente, separación de los padres, personas extrañas o desconocidas.
De 2 a 5 años: ruidos fuertes, heridas y caídas, separación de los padres, personas extrañas o desconocidas, situaciones novedosas, animales, oscuridad, máscaras y personas disfrazadas.
De 6 a 8 años: lesiones corporales, separación de los padres, animales, oscuridad, seres sobrenaturales, fenómenos meteorológicos, estar solo, hacer el ridículo, escuela.
De 9 a 12 años: lesiones corporales, animales, fenómenos meteorológicos, aspecto físico, exámenes escolares, rechazo social, muerte.
De los 13 a los 18 años: lesiones corporales, animales, aspecto físico, rendimiento, rechazo social, muerte.
Por tanto, es común que los niños presenten diferentes tipos de miedos en diferentes edades que no tienen por qué ser objeto de atención clínica. No obstante, algunas señales nos pueden hacer sospechar de la presencia de un trastorno de ansiedad o de una fobia. Los miedos pueden requerir de tratamiento psicológico si persisten más allá de la edad habitual, producen un grado de temor elevado o desproporcionado, causan un intenso malestar y/o alteran el funcionamiento normal a nivel personal, familiar, escolar o social. En ese caso, sería conveniente realizar una consulta con profesionales.
Amanda Barberá, psicóloga de Camins.