¿Cómo puedo mejorar la comunicación con mi hijo adolescente? Nos preguntan frecuentemente en la consulta. Bien, primero hay que entender en qué momento vital se encuentra.
La adolescencia es una etapa de transición de la infancia a la edad adulta en la que ocurren muchos cambios. Las relaciones sociales cobran más importancia y el sentirse parte de un grupo resulta vital. Emocionalmente esta etapa es una montaña rusa en la que todo se vive con más intensidad. Están aprendiendo quien son en el mundo. Durante la adolescencia es frecuente sentir que los adultos no te entienden y “no saben por lo que estás pasando”.
En el artículo de hoy hablaremos de los errores más comunes que se suelen cometer a la hora de comunicarnos y conversar con nuestros hijos:
- Seguir tratándole como a un niño. La adolescencia es transición, pero no solo para los hijos, también lo es para los padres. Nosotros también tenemos que aprender que ya no tenemos un niño pequeño, sino que está creciendo y madurando y por tanto, nuestro trato hacía él también debe evolucionar.
- Realizar interrogatorios. Muchas veces, aun sabiendo que es contraproducente, caemos en la inercia de realizar muchas preguntas cerradas (se responden con un si o no) seguidas. Son nuestras ansias de saber sobre nuestro hijo, pero que realmente lo que hacen es dificultar la comunicación. (Después de una salida: ¿Qué has comido?, ¿Te lo has pasado bien?, ¿Hacía frío?, ¿Necesitaste más ropa?)
- Hablar de temas que no le interesan. Cuando hablamos con nuestros hijos, la gran mayoría de veces les preguntamos a cerca de temas que nos interesan saber a nosotros pero que tal vez ellos no tengan ningún interés en hablar de ello. (Nada más llegar del instituto, bombardear con preguntas acerca de los exámenes y deberes que tiene. RECUERDA: Lleva 6 horas allí, lo más probable es que ahora no le apetezca hablar de eso).
- La comunicación no es bidireccional. Podemos caer en el error de no hablar nunca de nosotros, solo de cosas banales y sin importancia o anécdotas graciosas. Pensamos que se aburrirán si les hablamos de nuestras cosas o que no es correcto que los padres hablen de sus asuntos con sus hijos y por tanto solo es él el que nos debe contar sus preocupaciones, conflictos, etc.
- Reaccionar visceralmente ante ciertos temas. Tenemos hijos adolescentes y por tanto no es de extrañar que puedan salir temas de sexo, de alcohol o de drogas en las conversaciones que tengamos. Si ante ello reaccionamos impulsivamente movidos por la emoción es probable que terminemos rápido con la conversación y él se quede con la idea de que no se puede confiar en nosotros para según qué temas. Pongamos un ejemplo: “Laura le cuenta a su madre que su amiga Carolina ha probado el tabaco. La madre de Laura se asusta y reacciona diciéndole que a ella ni se le ocurra probarlo de manera contundente.” ¿Hay alguna posibilidad de seguir hablando?, seguramente Laura diga: “Claro que no” se calle y ya no saque más un tema parecido.
Para que este artículo tenga su efecto no basta con leerlo, es necesario hacer un ejercicio de autocrítica y ver en qué aspectos puede estar fallando uno mismo. Solo desde la consciencia de ello puedo hacer algo para modificarlo. Recuerda, nadie nos enseña a ser padres, y esto no es una tarea fácil, es normal y humano el errar algunas veces, lo importante es aprender de ello.
Si te interesa este tema pásate por nuestro blog de Castellón en el que te contamos lo que podemos hacer para mejorar la comunicación con nuestros hijos adolescentes.
Joana Jarque Marín
Psicóloga Sanitaria en Psicología Camins