EL FRACASO DE LOS NIÑOS 10. Cuando ser inteligente no garantiza el éxito
Se suele pensar que los niños brillantes obtienen éxito en el colegio y más tarde en la vida. Se espera mucho de ellos porque han dado muestra de sus aptitudes año tras año, y sin apenas dedicarles tiempo son capaces de bordar los exámenes. Con los años se va creando a su alrededor un aura de seguridad y confianza que les permite triunfar en el colegio y, por qué no, fuera de él. La confianza que tienen en su inteligencia y buen hacer se extrapola a otros ámbitos, como la familia y los amigos. Los refuerzos constantes que reciben por parte de profesores, padres y familiares les hacen sabedores de que son niños listos, y muchos de ellos piensan que no necesitan esforzarse para alcanzar el éxito. Incluso llegan a creer que el esfuerzo es cosa de otros y que ellos no necesitan “sudar” para rendir al máximo.
Sin embargo, los niños 10 no están exentos de los baches académicos. El ser brillante durante la etapa de educación primaria no les exime de poder tropezar en secundaria o cuando los cursos se hagan más exigentes. Cuando esto sucede produce una reacción de sorpresa en los padres, quienes están acostumbrados a que esto no pase. Pero también produce desconcierto en los propios niños, ya que sin saber por qué, ¡han suspendido el examen de historia!. Se preguntan sobre cómo puede pasar algo así si ellos han hecho lo mismo de siempre. La respuesta está en la falta de hábito y de pautas adecuadas de estudio. En este punto no importa lo inteligente que uno sea. Un niño muy listo puede ser brillante en primaria, incluso puede servir de ejemplo a los otros niños de su clase debido a su boletín repleto de sobresalientes y felicitaciones por parte de sus maestros. En estos casos, la inteligencia solo determinará el tiempo en el que podrá mantenerse en el ansiado 10. Tarde o temprano el “talento intelectual” por sí solo, no será suficiente para mantener esas notas perfectas e impolutas, y poco a poco irá descendiendo y desvaneciéndose, hasta que, en los casos más extremos, lleguen incluso a suspender y repetir cursos. Son niños acostumbrados a recibir admiración y recompensas por sus resultados, pero no saben esforzarse porque no lo han hecho antes. En algunos casos empiezan a bajar sus notas a finales de primaria, en otros es en secundaria cuando tienen problemas y en los más tardíos empiezan a bajar su rendimiento en la Universidad.
En cualquiera de los casos, este análisis nos lleva a reflexionar acerca de la importancia de las notas. ¿Son más importantes los resultados que aparecen en un boletín o el esfuerzo que hacen los niños día tras día?, ¿es justo que recompensemos o castiguemos a los niños por sus calificaciones o sería preferible reconocerles el esfuerzo diario al margen de las notas?.
En Camins creemos firmemente en la cultura del esfuerzo. Solo por medio del trabajo y la perseverancia se pueden conseguir metas tanto académicamente como en la vida en general.
Sara Cantavella
Centro de Psicología Camins.