¿Sabes qué es realmente la dislexia?
Muchos habréis escuchado alguna vez hablar de ella y puede que conozcáis a alguien que la padece, pero es posible que no tengáis del todo claro qué significa.
Se estima que alrededor de un 5-15% de los niños en edad escolar están diagnosticados de dislexia y, aunque lo más común y deseable es que se detecte cuando el niño está en el proceso de aprendizaje de la lectura, hay un alto porcentaje de personas que son diagnosticadas a edades avanzadas y otras que ni siquiera llegan a saber nunca que la padecen.
Saber qué es la dislexia puede ayudar a detectarla a tiempo, obtener un diagnóstico temprano y evitar muchas de las consecuencias que puede conllevar: baja autoestima, desmotivación o el abandono de los estudios.
¿Qué es la dislexia?
La dislexia es un trastorno específico del aprendizaje de origen neurobiológico que afecta a la forma en la que el cerebro procesa el lenguaje y, por ello, principalmente a la capacidad para adquirir las habilidades de lectura y escritura. Aunque la sintomatología es diversa y varía según la edad y el tipo específico de dislexia, el principal problema es la dificultad para establecer la conexión entre un sonido y la letra asociada a ese sonido, que es el paso necesario para comprender el significado de la palabra. La concentración y el esfuerzo que dedican las personas con dislexia a decodificar cada palabra ralentiza la lectura y dificulta la comprensión. En estos esfuerzos, pierden el hilo de la lectura.
¿Cuál es su origen?
La dislexia tiene un alto componente genético. La mayoría de los niños que la sufren tienen familiares que también presentaron dificultades con la lectura y escritura.
¿Cómo se manifiesta?
Las manifestaciones de la dislexia son diversas y dependen de la edad, pero las más frecuentes suelen ser una lectura lenta, con pausas y escasa comprensión de lo leído. En la escritura, suelen omitir o añadir letras, cambiarlas de lugar y juntar o segmentar palabras.
¿Qué consecuencias tiene?
Dado que es muy común que la dislexia pase desapercibida (bien porque se desconoce o bien porque se suele confundir con una baja disposición al estudio o inteligencia), es frecuente que ni los padres ni los profesores se den cuenta y pueden llegar a calificar a estos niños como “vagos” o “poco inteligentes” por su bajo rendimiento académico. Sin embargo, el bajo rendimiento, por lo general, se debe a que sus dificultades de lectura y escritura le dificultan tanto la comprensión que le pueden frustrar y hacer perder el interés por los estudios. También es muy frecuente que la dislexia vaya acompañada de una baja autoestima y desmotivación debido también a esta frustración que sienten al ver que, a pesar de sus esfuerzos por comprender y rendir, sus notas no mejoran. Es muy probable que, de no detectarse la dislexia a tiempo, estos problemas de autoestima se extiendan a lo largo de la vida de la persona.
Dislexia e inteligencia
Los disléxicos no son menos inteligentes ni se esfuerzan menos que el resto. La inteligencia es algo mucho más complejo y, además, no es un criterio para diagnosticar dislexia. Podemos encontrar niños disléxicos con un cociente intelectual alto, medio y bajo. No obstante, como ocurre en aprendizajes de otro tipo, una capacidad intelectual más alta ayudará a la persona a compensar con mayor facilidad estas dificultades.
Otros trastornos asociados
Los trastornos del aprendizaje no suelen presentarse de forma aislada. Lo más común es encontrar también TDAH (trastorno por déficit de atención con o sin hiperactividad), discalculia (alteración en la capacidad para el cálculo y manejo de números en general), y disgrafía (trastorno de la escritura).
A pesar de que la dislexia no se cura ni desaparece con el tiempo, afortunadamente, con un diagnóstico temprano y el tratamiento adecuado, las personas con dislexia pueden aprender técnicas y estrategias para compensar sus dificultades y que no supongan un impedimento para alcanzar sus metas académicas, profesionales y personales.
Paula Rodríguez Pérez