La Navidad es a menudo idealizada como una época de alegría, reunión y luces brillantes. Sin embargo, para muchas personas neurodivergentes (como aquellas en el espectro del autismo, con TDAH, o con sensibilidad sensorial), esta época puede ser inesperadamente estresante y abrumadora.
Los Desafíos Sensoriales y Sociales
El entorno navideño, por su propia naturaleza, a menudo presenta una serie de factores estresantes que pueden desencadenar crisis sensoriales o agotamiento mental:
- Sobrecarga Sensorial: Las luces parpadeantes, la música alta, los villancicos repetitivos, los olores intensos (perfumes, comida), y la multitud de gente pueden causar una intensa sobrecarga sensorial. Para un cerebro que procesa estímulos de manera diferente, esto no es simplemente molesto, sino física y emocionalmente agotador. Para algunas personas con hipersensibilidad a ciertos estímulos les resulta de gran ayuda poder disponer de gafas de sol, auriculares u otros objetos calmantes (fitgets) para sobrellevar esas comidas familiares e incluso poder disfrutar de las mismas. Es por ello que se anima a que tengamos una mirada más respetuosa con lo que necesita la persona.
- Cambios en la Rutina: Las vacaciones implican la interrupción de las rutinas diarias, algo que proporciona estabilidad y seguridad a muchas personas neurodivergentes. La falta de previsibilidad genera ansiedad. Es por ello por lo que crear nuestro calendario navideño nos ayuda a anticipar los acontecimientos más importantes como las comidas y cenas en familia (dónde son, hora aproximada, duración, etc.), paseos por mercadillos, feria, etc. En este incluir todas las actividades que ya conocemos e indicando que pueden darse otras que serán planificadas con menos tiempo (grado de incertidumbre media). De igual manera, es importante crear una rutina en casa para los días de vacaciones en los que las rutinas pueden cambiar.
- Demandas Sociales: Los eventos sociales obligatorios, las interacciones con parientes poco conocidos o el tener que “actuar” de cierta manera en celebraciones pueden consumir una enorme cantidad de energía, llevando al conocido fenómeno del masking (enmascaramiento social) y, finalmente, al burnout. Es importante que apoyemos a la persona a regularse y a dosificar estas exposiciones, dándole tiempos de regulación/recarga.
- Texturas y Comidas: Las cenas familiares pueden presentar texturas de comida o la necesidad de usar ropa incómoda, elementos que pueden ser insoportables para una persona con hipersensibilidad táctil u oral. Una previa exposición progresiva puede ayudarles a que se acostumbren o toleren con menor malestar estás comidas o cenas.
Fomentando una Navidad Inclusiva
Es crucial que familiares, amigos y anfitriones practiquen la comprensión y la flexibilidad para hacer de la Navidad una época placentera para todos.
- Crear “Espacios Seguros”: Designar una habitación tranquila y con poca luz donde la persona pueda retirarse si se siente abrumada. Este “santuario” debe estar libre de música o charlas intensas.
- Respetar los Límites: Entender que “no” significa “no” a un abrazo, a un evento ruidoso o a quedarse hasta tarde. No presionar a la persona a participar en una actividad si está visiblemente incómoda.
- Comunicación Abierta: Preguntar directamente sobre lo que necesitan: “¿Hay alguna luz o sonido que te moleste?”, “¿Necesitas irte más temprano?”, “¿Podemos cenar algo simple?”.
- Pequeños Detalles Hacen la Diferencia: Usar luces fijas en lugar de parpadeantes, bajar el volumen de la música, y avisar con antelación si habrá cambios en los planes.
La Navidad, en su esencia, celebra el amor y la conexión. Asegurémonos de que estas celebraciones sean lo suficientemente amplias y flexibles para abrazar a aquellos que experimentan el mundo de una manera única.
Una Navidad verdaderamente feliz es aquella donde todos se sienten seguros, respetados y libres de ser quienes son.
Ana Ballesteros. Psicóloga en Caminos Castellón




